La hegemonía progre se ha instalado en nuestras sociedades occidentales con tanta naturalidad que hoy muchos ven difícil, cuando no imposible, una reacción. Hay varias tendencias que aparentemente apoyan esta idea y nos permiten predecir un largo reinado de la ideología progre. En primer lugar, en la mayoría de países se tiende a constatar que los jóvenes están más contaminados por los antivalores modernos que sus mayores, y bajo el supuesto de que mantendrán la misma cosmovisión al envejecer, eso tendría hondas implicaciones para la sociología nacional. En segundo lugar, la secularización sigue avanzando y nuestras sociedades son cada vez menos cristianas. Dado que tradicionalmente el cristianismo ha sido el freno de las políticas progres, lo lógico es pensar que si decae estas políticas se intensificarán. Finalmente, el multiculturalismo supone una erosión progresiva de la cultura occidental y favorece que los partidos progres se mantengan en el poder mediante una pintoresca alianza
Por un conservadurismo popular y de principios