La agresión que ha sufrido la diputada de Vox Rocío de Meer en la localidad vasca de Sestao no suscitará enérgicas condenas por parte de la izquierda gobernante, ni mucho menos por sus totalitarios compañeros de viaje. Pero tampoco debería sorprendernos a ninguno. Estamos de sobra acostumbrados a la práctica de la violencia callejera en contra de los partidos de derecha en España, y en algunas regiones del país se ha convertido en algo endémico. La escoria que perpetra estos actos suele bramar en su defensa que "al fascismo no se le discute, se le combate", u otros mantras de idéntica sutileza y elaboración teórica. Pero los progres, verdaderos cerebros detrás de esta mascarada, tienen una justificación más chic para ello. Entre ellos se ha puesto de moda desde hace unos años la llamada "paradoja de la tolerancia" que supuestamente habría sido formulada por el filósofo Karl Popper. Según la narrativa progre, lo que la paradoja nos enseñaría es que una sociedad
Por un conservadurismo popular y de principios